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Nápoles. Elementos de composición de una ciudad espontánea.

Imagen de admin Robert Podjapolskis
La ciudad de Nápoles en la historia

[…] Y si el oro seco de la corteza, a petición de una fuerza, revientan en gemas rojas de jugo,

Esta ruptura luminosa hace soñar a un alma que tuve con su secreta arquitectura.

“Granadas” Paul Valéry

 

 

 

 

 

 

Introducción

Como las granadas de Valéry, la ciudad de Nápoles, en la segunda mitad del siglo XVI, empieza a desbordar su corteza amurallada. En este caso la fuerza que impulsó este desbordamiento es el vertiginoso aumento de la población que sufre la ciudad y que hace que ésta crezca más allá de sus fronteras. Las causas principales de este aumento son de índole política, económica y social y son descritas con detalle por Cesare de Seta en su libro. Algunas de ellas las he tratado en este post. La cuidad intramuros se densifica y el desarrollo suburbano se produce de una forma espontánea y desordenada, sin un plan ordenador y sin una normativa urbanística que regule tal crecimiento. Esta dinámica continua durante los siglos sucesivos y de Seta define Nápoles como una ciudad que  “se ha desarrollado desde el desorden y desde la indiferencia de sus responsables” (pag. 196). No obstante, a principios del XIX Francesco Saverio Nitti nos describe un cuadro de la ciudad bien distinto. Afirma que “ninguna ciudad de Italia, ni siquiera Roma, atrae el número de extranjeros como Nápoles. […] era no solo la más grande, sino […] la más bella cuidad marítima del Mediterráneo; y […] la más grande atracción de los viajeros…”. Y todo esto a pesar que no podía compararse con la misma Roma en número de monumentos o edificios representativos. Nápoles ha crecido de forma desorganizada, en función de necesidades e intereses de actores privados pero, a pesar de su desorden y su crecimiento espontáneo, la ciudad de Nápoles era una de las más bellas de Italia con lo que debía de tener una lógica de ordenación, aunque sea fragmentaria, incompleta o no tan evidente.

En este sentido el libro de Cesare de Seta pone en evidencia algunos de los mecanismos de este orden oculto mediante la descripción pormenorizada de los episodios urbanísticos de la cuidad en su historia. A falta de un orden morfológico extensivo, la ciudad de Nápoles, antes de la operación de Risaneamento, se ha desarrollado a partir de intervenciones puntuales de pequeña y mediana escala que, no obstante, han tenido una influencia más allá del ámbito inmediato de su emplazamiento y han acelerado o desencadenado el proceso de urbanización de la ciudad. En este sentido el crecimiento de Nápoles hasta el final del siglo XIX puede caracterizarse como un doble proceso de crecimiento mediante puntos (o trazos) específicos, definidos mediante una lógica ordenadora, por un lado, y, por otro, mediante áreas de extensión de un tejido desordenado que crece en torno a éstos polos de atracción. Este conjunto de intervenciones de ordenación presenta características diferentes y se puede categorizar en distintos grupos. Algunas de estas intervenciones tienen como base las condiciones geográficas, otras económicas,  políticas o sociales. He intentado clasificar y describir algunos de estos procesos en la historia de la ciudad, estableciendo cinco grupos. No obstante, el tema no se agota con esta clasificación, ni cada grupo recoge todos los posibles elementos. Este ensayo es solo un esbozo orientado a evidenciar la secreta ordencompositiva de la caótica y desordenada ciudad de Nápoles antes de que entre en las grandes operaciones de finales del siglo XIX y del siglo XX.

Cinco instrumentos de ordenación urbana de Nápoles.

Al intentar establecer una clasificación de diversas intervenciones de ordenación de la ciudad y describir su evolución a lo largo de la historia, he establecido cinco categorías: 1. La malla greco-romana, 2. Las murallas, 3. Intervenciones en el tejido compacto, 4. Trazado viario, 5. Edificación singular.

01. El trazado antiguo.

La ciudad de Neápolis se fundó en base a un trazado ortogonal hipodámico de cardos y decumanos, estructurándose a lo largo de tres ejes principales- decumano superior, mayor e inferior,- que discurrían con una pequeña inclinación, respecto a la directriz este-oeste, para  recoger la alineación de la franja costera. Perpendiculares a éstos, se disponían vías menores (i vicoli), formando manzanas de aproximadamente 187x37 metros. Las manzanas se ensanchaban para incorporar edificios de uso administrativo y público. Cada uno de los tres ejes principales tenía una función específica dentro de la ciudad: el centro cívico está atravesado por el decumano mayor, el área de los teatros se dispone en el decumano superior, las zonas de los mercados se encuentran al sur, próximas al puerto. Dentro de esta malla ortogonal aparece una pequeña distorsión en el cuadrante noroeste que se debe a la permanencia del trazado de asentamiento arcaico primitivo, más irregular.

Fig. 3 el esquema de la ciudad antigua greco-romana con sus edificios públicos más representativos superpuesta la planta del 1880.  Fig. 4. Trazados viarios provenientes de antiguo trazado greco-romano y su continuidad en la ciudad de finales del XIX

 

Con el tiempo la malla ortogonal greco-romana ha quedado rodeada por el irregular tejido medieval, pero sus trazas han seguido marcando el desarrollo de partes de la ciudad de Nápoles.

El decumano superior ha tenido su prolongación en la vía Conte di Ruvo. Decumano mayor- actual via Tribunali ampliada en la época de los españoles- continua por via Port’Alba para desembocar en el largo del Espirito Santo (hoy plaza Dante) y sigue por vía Vico Bagnara pasada la vía Toledo. El eje de vías Vicaria Vechcia, San Biagio Dei Librai, Benedetto Croce y Domenico Capitelli, que forman parte de lo que en la antigüedad era decumano inferior continua después de vía Toledo por vía Pasquale Scura.

Las vías transversales, con dirección mar-montaña, se interrumpen en la parte norte al llegar a la muralla y hacia el sur se desvanecen en el intrincado tejido medieval, no obstante una de las arterías principales del centro histórico- vía Duomo, sobre la que volveremos más adelante- recoge una de las trazas de estas vías.

02. Las murallas.

La primera cinta muraria de Nápoles es coetánea a su fundación y abarca un área sustancialmente mayor al del primer asentamiento arcaico. Su trazado irregular se debe a las condiciones geográficas del emplazamiento, ya que servía de refuerzo a las defensas naturales del lugar. El camino de acceso que discurría desde la puerta oriental, atravesando el ager, hasta el núcleo habitado todavía persiste en parte en el trazado de la vía Forcella. En el siglo IV a. C. la muralla se refuerza y se realiza una pequeña ampliación en la parte occidental.

Fig. 5 la figura muestra el desarrollo de la muralla en la historia de Nápoles. Muralla s. V a.C (línea naranja), s. IV a.C (rojo), ampliación hecha por Valentiniano I (lila), muralla aragonesa (azul oscuro), ampliación de Pedro de Toledo (cian). En la fig. 6 se indican las vías en la ciudad de finales del XVIII originados sucesivas ampliaciones de tramos de la muralla defensiva de la ciudad de Nápoles. También se indican los largos (plazas plargadas) que se deben al trazado de la muralla.

Con el imperio romano las murallas dejan de realizar su función defensiva y se produce un crecimiento extramuros hacía la zona del puerto en dirección sur y sureste. En la época medieval nuevamente aparecerá la necesidad de defensas amuralladas y éste área se insertará parcialmente dentro de la nueva cinta amurallada construida por Valentiniano II en el año 440.

En el siglo XI, según el mapa de B. Capasso la forma de la muralla ya ha sido modificada nuevamente incorporando nuevas áreas de crecimiento siempre en las zonas próximas al puerto. En el siglo XIII, durante el reinado de los Angios hay nuevas ampliaciones hacia la zonas sur-oriental, primero, y a la parte occidental, después. Los aragoneses, a su llegada, procedieron, en 1483,  a reconstruir y ampliar la muralla que había quedado devastada por las luchas dinásticas. En el siglo XVI, cuando la necesidad de expandirse de la ciudad era ya muy patente, don Pedro de Toledo procede ampliar el perímetro amurallado, construyendo un nuevo tramo que incorpora aproximadamente un tercio de la superficie de la ciudad por la parte occidental. Este trazado se ha mantenido, completándolo, durante los reinados sucesivos.

Todas estas ampliaciones han dejado huella en la cuidad, formando conexiones viarias en los tramos derribados e incorporados al interior de la ciudad amurallada. En la parte occidental, vías S. Maria di Constantinopoli y vías Mezzocannone siguen las trazas de las primeras murallas, parte de la vía Toledo sigue el trazado del tramo occidental de la muralla aragonesa, vías Tarsia y Montesanto siguen las huellas del tramo de la muralla de la época de virreinato. En la parte oriental vías Oronzio Costa, vico S. Sofia, vía Luigi Settembrini, entre otras, repite el trazado de las antiguas murallas.El trazado de las murallas defensivas de la ciudad marcará también el desarrollo de importantes arterias viarias. Es el caso de vía Foria, o Corso Garibaldi. Otros elementos relacionados al trazado y a las sucesivas ampliaciones de las murallas defensivas son los “largos”- pequeñas plazas de forma alargada que se forman pegadas a la parte exterior de la muralla y que se incorporan al ampliarse el trazado de ésta. El Largo delle Corregge- un espacio que surgió como escenario de los torneos de caballería, el Largo delle Pigne, el Largo de Carbonara- un espacio de paseos y juegos, vinculado al castillo Capuano, Largo del Espirito Santo son algunas de estas plazas.

03. Intervención en el tejido compacto.

Todavía en el siglo XII la ciudad intramuros presenta una continuidad morfológica con la campaña que la rodea. Aparecen extensiones de campos cultivados dentro del perímetro amurallado, mientras que en las zonas externas hay una tendencia de la población a agruparse en grandes villas o arrabales (i borghi). Los elementos de constitución tanto de la ciudad amurallado como de la campaña circundante son los mismo: edificaciones, campos cultivados, la diferencia es que dentro de las murallas la edificación es relativamente más densa. Esta situación empieza a cambiar en el siglo XIII y en el período de los Angios la ciudad asume el carácter de un centro densamente construido. El desarrollo edificatorio continua y con la llegada de los aragoneses se realizan diversas intervenciones orientadas a esponjar el tejido más denso. Se abren calles y se insertan plazas en aquellas zonas más construidas. Un ejemplo de ello podría ser la abertura de artería que conecta la zona del Castel Nuovo con la plaza de mercado, formada por la vía dell’Olmo y vía dei Lanzieri, para descongestionar la vía costera. La plaza della Selleria es otro ejemplo de este tipo de operación. Durante el siglo XVI la congestión edificatoria va aumentando y, a parte de la operación de ampliación de la ciudad, se realizan algunas operaciones para esponjar la ciudad. Se rectifica la via de los Tribunales (el decumano mayor) y se tiraran varias casas para reorganizar y alinear la artería de la Selleria. En el siglo XVIII se pone fin a los vetos a la edificación y la ciudad empieza a proyectarse hacía su territorio gracias a la aparición de nuevas vías, no obstante se realizan algunas intervenciones para conectar el centro histórico.

En el siglo XIX la operación más importante de este tipo es la apertura de la via Duomo. Esta es la última intervención de este tipo de aperturas de pequeña y mediana escalas, previa a la gran operación de Risanamento. Aunque no mencionada por Cesare de Seta, se podría considerar, formando parte de esta categoría, en su primer tramo que va desde la vía Foria hasta vía Vicaria Vecchia (el decumano inferior), ya que hasta esta calle sigue el trazado de la antigua malla greco-romana. La segunda fase de la ejecución de ésta vía se realiza dentro de la operación de Resaneamiento atravesando el tejido medieval y considero que forma parte de otro tipo de intervención.

En la fig. 7 aparecen las intervenciones en el tejido compacto (en discontinuo) y las extensiones viarias de diferentes perídos. Fig. 8 representa la vía Duomo en sus dos tramos.

04. Trazados viarios.

En la Edad Media el crecimiento urbano adquirió un carácter espontáneo y desordenado. Pronto la regular malla hipodámica quedó envuelta por un intrincado tejido de calles y casas. Así, la primera intervención de gran envergadura en cuanto al trazado viario después de la malla fundacional greco-romana se engloba en el plano urbanístico promovido por Don Pedro de Toledo. Ante la importante densificación de la ciudad amurallada y en vista de la necesidad de proteger la zona de Castel Nuovo, se decide ampliar el perímetro de la muralla hacía en occidente, con lo que la parte incorporada de la antigua muralla aragonesa da lugar a una vía que se convertirá en la espina dorsal de la nueva zona de expansión y en la calle más importante de Nápoles. Esta discurrirá desde la puerta Real hasta desembocar en la plaza del Palacio Real cerca de la costa. El área de la nueva zona de expansión, libre de edificación y de una pendiente asumible, recibirá el nombre de Quartieri Spagnoli y se organizará según una malla ortogonal que convergerá en la nueva vía central. En un principio, esta nueva zona albergará alojamientos de los militares. En el siglo XVIII el trazado de la vía Toledo se prolongará hasta el Palazzo degli Studi  -hoy Museo Arqueológico de Nápoles- y en los tiempo de los napoleónidas se continuará hasta el palacio de Capodimonte a través de la vía de Napoleone –hoy  vía S. Teresa delgi Scalzi.

En el siglo XVIII, con el desbloqueo de la edificación civil la ciudad comienza a desarrollarse por el territorio exterior y se abrirán numerosas vías de conexión con otras áreas exteriores a la ciudad. Por otro lado, el programa urbanístico de los napolénidas al comienzo del siglo XIX se configura como un sistema de ejes de posibles áreas de expansión de la ciudad, tratando de superar, mediante el trazado de diferentes vías, el sistema montañoso que la constreñía. En este sentido se puede mencionar vías Maria Teresa (hoy Vittorio Emanuele) que tenía la función de conectar, mediante su trazado sinuoso que se adaptaba a la topografía, el desarrollo edificatorio surgido en el sector occidental con la ciudad, o la prolongación de vía Foría. Estos ejes territoriales marcaran el crecimiento de la ciudad, otorgándole un carácter disperso y centrífugo.

 

05. Edificación singular.

A partir de la Edad Media la ciudad de Nápoles comienza a desarrollar una estructura polinuclear. El tejido residencial surge de forma espontánea en torno a edificios representativos, que funcionan como catalizadores o aceleradores del crecimiento urbano, formando una red virtual que ordena la trama de la ciudad. Su localización, así, es de gran importancia y puede responder a diferentes motivos políticos, geográficos, económicos. Estos pueden clasificarse en edificación religiosa, o civil (pública o privada). A continuación trataré, brevemente, el desarrollo de cada una de estas dos categorías:

  • Edificación religiosa.

Las primeras basílicas cristianas se construyeron en las entradas de las catacumbas, donde se celebraban las ceremonias religiosas en la época de las persecuciones. A partir de siglo IV la iglesia empieza a heredar grandes posesiones inmobiliarias, dando un impulso. Los poderes eclesiásticos firmaban con los terratenientes contrato que permitían convertirse en dueños de porciones de las tierras que labraban para la iglesia al cabo de un tiempo, siendo las condiciones de estos contratos mucho menos duras que en los contratos con los señores feudales.

La basílica más famosa de este primer período es la de S. Genarro, construida en la entrada de catacumbas del sigo I. En torno a ésta surgirá un desarrollo residencial y posteriormente también en torno a las capillas que surgen en el camino que discurre entre la puerta de S. Genarro y la basílica.  Otra de las basílicas importantes para el desarrollo urbano de este primer período es la de Santa Maria de la Sanidad, que surge en el centro del valle de Eumellidi y se convierte en el foco de la zona, alrededor de la cual pronto surge un intenso desarrollo residencial.

 

La arquitectura religiosa tiene un intenso desarrollo en época ducal, pero con la llegada de los normando sufre un estancamiento, debido a la hostilidad hacía la Iglesia de los nuevos poderes, relación que se establecerá con la llegada de los Angios. Se construyen, a lo largo del siglo XIV numerosos complejos monásticos, entre los que se puede destacar las obras, comenzadas en 1325, del claustro cisterciense de S. Martino, con el que se iniciará la urbanización de la colina de S. Erasmo. Con la llegada de los aragoneses la edificación religiosa sufre un nuevo parón debido a la tensión entre la Iglesia y la corona. Durante el período del reinado español la Iglesia recupera nuevamente sus privilegios y en el siglo XVI comienzan las compras masivas y permutas de propiedades por parte de las diferentes órdenes religiosas, que comienzan a multiplicarse en la ciudad en este período. El progresivo aumento de las propiedades por parte de estos órdenes dará lugar al fenómeno de la “insulae”, urbanización paulatina de manzanas enteras- ocupadas por huertos, jardines o edificación civil- con conventos e iglesias. Los espacios públicos se reducen, se ocupan algunas plazas. Este fenómeno con el tiempo dio lugar a una transformación del paisaje urbano mediante el vallado y reclusión dentro de los claustros de huertos y jardines de los palacios que formaban parte de la imagen de la cuidad y contribuyó a agravar todavía más el problema de la  vivienda.

Con la llegada de la dinastía de los Habsburgo se intenta adoptar procedimientos anticlericales, consiguiendo limitar las rentas del clero e imponerles impuestos. No obstante, estas medidas perecían insuficientes, reclamando la población bloquear la edificación religiosa y la prohibición de adquirir tierras todavía sin edificar, ya que 2/3 partes de las rentas del reino y 4/5 partes de las posesiones inmobiliarias estaban en manos del clero, mientras toda la presión fiscal recaía sobre los civiles. Durante todo el reinado se intenta socavar la inmunidad del clero, no obstante, las órdenes religiosas siguen siendo los protagonistas de la actividad edificatoria de la ciudad, desoyéndose las prohibiciones orientadas a limitar la edificación religiosa. A parte de complejos conventuales se construyen numerosas capillas en vías públicas.

Este proceso culminará con la llegada de los napoleónidas que adoptaran medidas para limitar el poder de la iglesia. El estado se apropia de impuestos y de algunos de los bienes de las órdenes religiosas.  Se suprimen numerosos monasterios y vastas áreas del centro de la ciudad pasan a dominio público, que pasan a alojar servicios comunes, actividades manufactureras o acuartelamientos militares. En este sentido una de las intervenciones destacables, y que contribuyó a recalificar gran parte de la zona adyacente, es la transformación del convento de S. Giacomo y un pequeño fragmento edificatorio adyacente en un edificio estatal que albergaría diferentes ministerios. Se dispuso una galería cubierta articulando su recorrido a través de diferentes patios hasta llegar a la vía Toledo.

  • Edificación civil.

A partir de la llegada al trono de los normandos la tipología de castillo adquiere una notable importancia, elección que ha sido basada en necesidades de tipo estratégico. La construcción del Castillo Capuano, que sustituye un antiguo fuerte bizantino dispuesto pegado a la muralla para defender la puerta Capuana, en el año 1165 la ciudad abre hacía el exterior, y determinará el desarrollo posterior de la región. Y con la transferencia de la corte al castillo dell’Ovo se da un impulso al desarrollo de la llanura occidental del puerto. Con el rey Federico II se funda la Universidad, acabando con el monopolio de la Iglesia a la enseñanza.

Carlos I de Anjou, a su llegada, decide establecer una nueva residencia real que simbolice la grandeza de Nápoles, fundando en el 1279, en la explanada de Pizzofalcone, Castel Nuovo. En torno a este palacio-fortaleza, en la zona de Correge, pronto surgirá un desarrollo edificatorio de actividades complementarias a la casa real, se construirán numerosas villas y palacios. También un desarrollo análogo, pero de menor escala se producirá en la zona de Carbonara, próxima al castillo Capuano, destinada a los paseos, juegos reales, torneos y espectáculos. Ambos palacios marcaran de manera importante el posterior desarrollo de la ciudad.

Ubranizada la explanada de la zona de Castel Nuovo, se procede a edificar un castillo en la colina de S. Erasmo. El castillo de Belforte surgirá a lo alto de la colina y tendrá una tipología más de palacio que de fortaleza. Este palacio será ampliado y reforzado numerosas veces y posteriormente se levantará en su lugar el castillo de Sant’Elmo, una construcción que dominará toda la ciudad y será una pieza clave en su sistema defensivo.

En el siglo XVIII la ciudad se alarga hacia su territorio, descompuesta con la aparición de nuevas vías. La ciudad del XVIII rotas las murallas, se expande alargándose sobre las colinas. El mayor edificio público de aquellos años fue el Albergo dei Poveri, una edificación destinada a albergar a 8000 personas, de proyección urbana que ya no se concibe para relacionarse con el diminuto tejido edificatorio vecino, sino con toda la ciudad. La construcción de palacio de Capodimonte es otro de los episodios importantes en la trama de la ciudad. Construido en la colina de Capodimonte, será otro de los polos de atracción en la fragmentaria ciudad del XVIII y junto con el palacio dei Portici, etre otros, representará la propensión de la actividad edificatoria de aquel período de salir fuera de la ciudad, para proyectarse a ámbitos más extensos.

Otras construcciones públicas importantes de este período son: Caserma della Magdalena, Pubblici Granai (edificio para el almacenamiento de grano), o la fundación de Museo Real Borbónico.

Fig. 9 desarrollo de la edificación religiosa. Fig. 10 Recoge la superposición de los elementos de la ordenación de la ciudad de Nápoles, recogidos en este trabajo.

Conclusión

A partir de finales del siglo XIX la dinámica cambia y la ciudad empieza a tener grandes intervenciones de ampliación y rehabilitación urbana. La gran operación de Risaneamento, de indudable carácter especulativo, abrirá parte de tejido medieval sobre todo de los barrios situados en la zona sur-oriental de la ciudad antigua. En 1904 se aprueba una ley para activar la economía regional con la definición de dos áreas industriales: una en el extremo oriente, ya existente al menos desde hace un siglo, y otra nueva al occidente, fuera de la ciudad, cerca de la isla de Nisidia, que constriñeron el crecimiento de la ciudad tanto al occidente, como al oriente. Se desarrollan áreas residenciales planificadas soportadas por extensas conexiones viarias y la ciudad adquiere carácter metropolitano. No obstante, las operaciones de ordenación de la cuidad histórica siguen presentes como una capa más en el complejo y extenso cuerpo de la ciudad. Estas operaciones han organizado durante siglos el crecimiento de la ciudad y revelan su historia a través de su trazado. Marcel Poete diferencia tres tipos de trazado en el plano de la ciudad:

-El trazado recto, que surge debido a la voluntad del hombre y tiene diferentes fines: religioso, utilitario, o racional. En el caso de Nápoles la trama hipodámica clásica revelaría una intención racional y estética, mientras que las operaciones lineales medievales son de carácter más utilitario.

-El trazado sinuoso, que se debe principalmente a los accidentes topográficos, presente en Nápoles mediante vías que se adaptan a los ríos existentes anteriormente, a la línea de costa o a los diferentes montículos.

-El trazado curvo, que se origina debido a la preexistencia de un foso o una muralla, y que se puede ver claramente en el plano de Nápoles.

Todas estos trazados, a pesar de las operación de destrucción del centro histórico, aún persisten en el plano de la ciudad y contribuyen a revelar ese “alma de la ciudad”, que según Pote es tan importante conocer para entender la ciudad.

Bibliografía:

  • Alisio, Giancarlo “Lamont Young. Utopia e realtà nell’urbanisitca napoletana dell’Ottocento”.
  • Alisio, Giancarlo “Progetti per Napoli : ventidue idee per una città”.
  • Pane, Giulio y Valerio, Vladimiro “La cità di Napoli. Tra vedutismo e cartografia”
  • Poete, Marcel "Introducción al urbanismo"
  • Rossi, Aldo “La arquitectura de la ciudad”
  • Seta, Cesare de “Napoli”